lunes, 16 de julio de 2007

En Lucha número 3


¡Un dígito!

Al gobierno le interesa mantener la ficción de que la desocupación bajó un dígito para derogar de una vez por todas el decreto que impone la doble indemnización, (que ya es un derecho adquirido por los trabajadores y que, como tantos otros, -las ocho horas de trabajo, etc.-, va en camino de desaparecer). De ese modo podría ganarse el contento de los empresarios y frenar un poco lo que interpreta como un boicot y que se traduce en el alza de precios y las protestas de los hacendados, subsidios y mentiras mediante. Además, pese al revés de una vulneración más de los presuntos «derechos del trabajador», tendría a favor una gran parte del electorado que últimamente duda en votarlo pese a su demagogia respecto de temas como las papeleras o la condena a los genocidas (del pasado, claro está; porque los del presente se mantienen en el poder y volverán si el presidente es reelecto o si, a causa del nepotismo justicialista, resulta serlo su esposa). Gran parte de la izquierda que simpatiza con el despotismo actual pelea contra una derecha que pretende denunciarlo, pero que a todas luces intenta imponer lo que siempre impuso; su crítica del autoritarismo- K no debe confundirse con un anhelo libertario, ni democrático, viene sólo a defender la «libertad de mercado» (el capitalismo salvaje) y la supresión
de las libertades individuales.
Entre el ir y venir de la pulseada que implica el hambre por mantenerse en el poder, quedamos en medio los mismos de siempre: los oprimidos: los explotados, los desocupados, los reprimidos, los torturados, los asesinados... aquellos que tanto Aníbal Fernández como Blumberg y Macri desearían de buen grado fuéramos borrados de la faz de la Tierra.
¡Un dígito! Bajo ese dedo se intenta aplastar todo lo que hay de miseria y hambre, no para que quienes sufren vivan mejor; sino para que vivan mejor quienes no sufren. Como siempre, aun para el «capitalismo responsable» del que hablara hace unos años Néstor Kirchner, la pobreza sigue siendo una amenaza. Pese a todas las encuestas, los que más tienen, tienen cada vez más, y los que menos tienen, cada vez menos. No es cierto que la desocupación esté sólo en un dígito (aún si fuera de esta manera, habría millones de desocupados), tampoco es cierto que la derecha defienda a los pobres que encarcela y para los que pide «mano dura», "desenmascarando" (entre comillas) las mentiras del gobierno. El hambre, la represión y la cárcel siempre van en un sentido único. Sólo la solidaridad y la resistencia harán posible el cambio.

Kaspar Hauser

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